miércoles, 21 de julio de 2010

Budismo I


Así como el océano está penetrado por un solo sabor, el de la sal, así también mi doctrina y orden están penetrados por un solo saber, el de la liberación.
Siddhārtha Gautama- Buda (el que ha despertado)- S. V a.C.


Se estima que 400 millones de personas son budistas en el mundo.
Seguidores de Buda, el príncipe Siddhartha conmovido por el dolor y la muerte, que abandonó riqueza y familia para encontrar respuestas.

En realidad muchos pensadores y estudiosos creen que el Budismo no es una religión, sino más bien una filosofía, un sistema de vida...lo que desde luego no puede considerarse es un sistema de adoración sujeto a fidelidad alguna a ningún ser sobrenatural.
Buda no limpia las impurezas de sus seguidores, quienes no sacrifican su libertad ni su pensamiento por seguirle. En absoluto se someten a él.
El budista ejercita su libre albedrío, y desarrolla su propio conocimiento hasta el punto de poder convertirse en Buda él mismo.

Cuando hablaba abajo del Hinduismo me refería a su sorprendente principal diferencia con el Budismo, que es ésta: Buda no cree en la existencia de un Dios creador y conductor del Universo.
En realidad las ideas budistas no son otra cosa que un sistema para liberarse del sufrimiento que conlleva la vida. Pero no con el objetivo, como los hinduistas, de abandonar el mundo de lo material y fundirse con el mundo eterno de lo espiritual, sino con el objetivo, sencillo y único, de dejar de sufrir, de romper la cadena de reencarnaciones y dejar de existir, sin más. Ni cuerpo ni alma. Convertirse en nada.

El budismo no se hace grandes cuestiones filosóficas porque no es bueno para el objetivo vital de todo budista: el desapasionamiento, la cesación de deseos. Incluso de respuestas.
Buda afirma que no es posible saber nada de los dioses, y que por tanto es una necedad reflexionar sobre ellos. Aunque afirma después que las divinidades también están sometidas al karma (ver Hinduismo).
El Nirvana que debe perseguir el budista no es ningún Dios, ni ningún cielo, ni posee pensamiento, ni sentimientos, no es la causa de la creación ni gobierna el mundo.

El budismo, además de amor al conocimiento, es eminentemente práctico, es una forma de vida, una ética vital que se debe seguir para desvanecerse y dejar de existir, y por tanto sufrir. Se considera una teoría filosófica pesimista. El mundo, la vida, es dolor, desencanto y desilusión, aunque los argumentos que esgrime para demostrar esta afirmación son bastante pobres, a mi modesto entender, como veremos en Budismo II.

Nacido de una escisión del Hinduismo, cree firmemente en la transmigración de las almas (reencarnación o metempsicosis, términos sinónimos), y en el Karma por el cual esta vida presente de cada uno de nosotros es fruto de todas nuestras vidas anteriores, y de nuestros actos y pensamientos en ellas.
Aunque hay una diferencia principal entre ambas corrientes ideológicas: para el budismo no existe un alma (Atman- individual, eterna, infinita e inalterable). Buda cree en un orden moral universal que se manifiesta en la retribución kármica. No hay un Dios valedor de esta moral. La transmigración se resuelve en una sucesión de conciencias morales. No hay un alma que salga de un cuerpo y entre en otro.

Cualquiera que crea en las ideas de Buda, en las "cuatro nobles verdades" y siga el “camino óctuple”, sea de una casta superior, brahmanes, o de la inferior, los intocables, podrá liberarse de este sufrimiento eterno de vivir una vida tras otra, y dejar de existir.

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