miércoles, 23 de marzo de 2011

El Islamismo I


Una extraña pasión se mueve en mi cabeza.
Mi corazón es ahora como un pájaro
que revolotea en el cielo.
Cada parte de mí va en una dirección distinta.
¿Será porque el que amo
se encuentra en todas partes?

Yalal ad-Din Muhammad Rumí S XIII d.C.
 
Como el cristianismo o el judaísmo, el islamismo es una religión revelada. Dios nos transmite su mensaje a través de un humano. En el caso del islam, las palabras de Alá fueron dictadas al profeta en árabe. Se trata de su libro sagrado, el Corán.

Mahoma nació en La Meca alrededor del 570 d.C. De familia pobre, huérfano, pastor y conductor de camellos. Se casó con una viuda acomodada que le había tomado a su servicio.

Se dice que tuvo experiencias psíquicas que atribuía a experiencias sobrenaturales.

No fue hasta cumplidos los cuarenta cuando comenzó a retirarse a meditar a una cueva del monte Hira, y allí, según afirmó, tras haber sido visitado en sueños por el arcángel Gabriel, se le ordenó que “recitara en nombre del Señor que había creado al hombre de un coágulo de sangre” el mensaje que se convertiría en el Corán.

La opinión de los musulmanes no es la del creador de una nueva religión, sino como el restaurador de la original, la fe monoteísta de Adán, Abraham, su hijo Ismael, y de otros, que se había corrompido.

La arabia de Mahoma preislámica era animista y politeísta: dioses astrales, diosas de la fertilidad, piedras y arroyos sagrados, demonios... Mahoma dijo haber recibido el mensaje directamente de uno de aquellos dioses en los que se creía, un dios, un Ser Supremo de la tribu Quraysh, el dios árabe “Ilah”, que junto con el artículo definido “al”, formó el Dios supremo y único islámico, Alá.

Tras la primera revelación de Gabriel, pasaron varios meses sin nuevos mensajes que sumieron a Mahoma en una gran depresión, pero los mensajes volvieron y con ellos el mandato de hacerlos públicos y denunciar el culto a otros dioses. Pero las costumbres estaban fuertemente arraigadas y las ideas del profeta fueron rechazadas con vehemencia por sus contemporáneos, teniendo incluso que huir de La Meca durante dos años

Fallecida su mujer Mahoma volvió a La Meca y se casó con nueve mujeres, pero sus ideas seguían sin ser aceptadas, así que en el año 622 emigró a Yatrib, más tarde Medina, “la ciudad del profeta”, donde estableció un gobierno teocrático de Alá, regido por él mismo como monarca absoluto y profeta.

Allí construyó la primera mezquita, con la opinión en contra de los judíos de la ciudad, que le ridiculizaban, y ordenó que los rezos en la mezquita se realizasen mirando a La Meca, y no a Jerusalén como se habían realizado hasta ese momento. Una decisión que se considera origen de unas consecuencias que todos hemos conocido a lo largo de los últimos 14 siglos.

Mahoma decidió que debía conquistar La Meca, y a pesar del horror que para un árabe era matar a un compatriota, convenció a 300 musulmanes de Medina de que debían conquistar por la fuerza la ciudad y erradicar la poligamia y la idolatría de La Meca. Lucharon contra 900 musulmanes mecanos y les derrotaron.

Se convirtió en el gobernador de Arabia hasta su muerte en 632. Eliminó a las tribus judías mediante ejecuciones masivas, y vendió a sus mujeres y niños como esclavos. Hay teorías que afirman que fue envenenado por una mujer judía en venganza por la persecución a su pueblo.

Sus sucesores en el califato, mediante guerras santas, hicieron crecer el imperio islámico por Asia, norte de África, y sur de Europa. En el siglo XIII se disgregó es Estados independientes.

Todos los musulmanes del mundo regulan su vida y su conducta de acuerdo con las normas religiosas, sociales y políticas del Corán, y las tradiciones derivadas de él, dando coherencia a una gran civilización que trasciende raza, lengua y geografía.

En la actualidad se estima que 1.800 millones de personas profesan el islamismo.

En próxima entrada hablaremos de los 5 pilares del islam, y de su escatología y ética.
 

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