martes, 7 de junio de 2011

Mismas ideas ante mismas circunstancias- La Historia Antigua, el desarrollo del ciudadano, el nacimiento de las religiones.


La religión es una inmensa ficción, un sueño que el hombre se inventa, como una mentira vital con la que se auxilia y escapa a la caducidad, y puede dar a su existencia un significado infinito.
Nietzsche S. XIX d.C.


Mi teoría es que dadas las mismas circunstancias exteriores, la mente humana realiza las mismas deducciones y aconseja tomar las mismas decisiones, independientemente del lugar o época espacial en la que se encuentre.

Quiero decir que no es necesaria comunicación entre las personas para que dadas ciertas circunstancias en el mundo de lo sensible, el exterior que nos rodea, y en nuestros conocimientos adquiridos, nuestro raciocinio analice la situación y tome las mismas decisiones, estemos donde estemos.

Los pasos que describo a continuación se dieron en cada punto del mundo.
Muchos de ellos a la vez, pero otros mucho tiempo después, incluso siglos, pero se dieron igualmente. Y aunque no hubo comunicación entre ellos, los pasos vitales que se fueron dando fueron coincidentes.

Mirando hacia el pasado puede parecernos algo obvio, pero tendré muy en cuenta esta teoría más adelante, cuando miremos juntos hacia el futuro.


Tomemos varios ejemplos del pasado sobre lo mencionado.

Finalizando el Neolítico, hace unos 5.000 años, los logros conseguidos por los diferentes grupos de humanos esparcidos por todo el globo eran similares. Habían llegado, separados y sin comunicación alguna, insisto, al mismo punto de desarrollo de conocimientos y mejoras en la tecnología utilizada en su supervivencia.

Se habían adquirido conocimientos agrícolas suficientes como para que el ser humano se plantease abandonar el nomadismo y permanecer en un lugar sin moverse, aprovechando de ese terreno las mayores posibilidades de la tierra.

Aprovechando el sedentarismo, los diferentes grupos se dieron cuenta de que el cuidado del ganado tenía muchas posibilidades y podía mejorar su calidad de vida (objetivo principal del ser humano desde siempre). Y una incipiente ganadería comenzó a surgir, de la que se extraían recursos para nuestra subsistencia, y ayuda para nuestro trabajo agrícola (me agrada hablar en la primera persona del plural, aunque esté remontándome 5000 años en la historia. Después de todo estoy hablando de mi familia.)

¿Cuál fue el siguiente paso que descubrió nuestro cerebro? Que era “mejor para todos” convivir juntos, no permaneciendo demasiado alejados unos de otros, en ciudades. De esta forma se favorecían varios fenómenos:

Por un lado las transacciones comerciales, vitales para el Hombre, y origen de la escritura. como hemos visto en la entrada anterior. Y por otro la seguridad ante peligros exteriores (humanos y no humanos), al unirse las fuerzas de los ciudadanos en la defensa común del grupo.

Esta necesidad de organización del grupo por el interés general dio lugar a lo que muchos siglos después filósofos modernos llamaron “pacto social”, de manera que se pensó que era necesaria la figura de un coordinador, al que todos obedeciesen, de la ciudad, lo que se considera el génesis de las monarquías, con los pros y contras que la historia ha ido mostrándonos.


A la vez, y gracias a que la subsistencia, primera línea de la pirémide de nuestras necesidades estaba garantizada, las ideas religiosas fueron calando hondo en el pensamiento de aquellos nuevos ciudadanos, que habían visto a sus predecesores rendir culto a sus antepasados, y que, fruto del desconocimiento teórico de sucesos terrestres comunes como las tormentas, los volcanes o los terremotos, por ejemplo, inventaron unas figuras superiores a nosotros, que los producían a voluntad y en nuestra contra, y que por tanto era necesario tenerlos contentos para, sencillamente, seguir vivos (de nuevo la seguridad y el deseo de supervivencia de todo ser vivo). O bien para que se portasen bien con nosotros enviándonos los elementos climatológicos propicios para nuestras cosechas.


Los monarcas elegidos como coordinadores de las ciudades, a buen seguro los más inteligentes del grupo (bien por sus éxitos comerciales, bien por su mejor oratoria) pronto se dieron cuenta del poder que estas ideas podrían ofrecerles, y se autoproclamaron elegidos por los dioses, de forma que podían controlar al grupo, beneficiarse de él, a través de la disciplina, la moral, y el sentido de bien y mal, que más les beneficiaba.

La mayoría de antropólogos, psicólogos y sociólogos contemporáneos mantienen como válida esta explicación del nacimiento de las religiones.


De esta forma, otorgando valor divino al soberano de la ciudad o grupo de ciudades (civilización) se dieron los primeros grupos teocráticos, como Mesopotamia, Egipto, Roma, Tíbet o el Impero Inca. En estos casos la ley era a la vez autoridad jurídica y religiosa (un gran problema político aun vigente en nuestros días).


Y el siguiente paso, que con el paso del tiempo se observa con naturalidad e inevitabilidad, fueron las guerras entre ciudades, civilizaciones, soberanos,…con un doble objetivo, el primero, el explícito y público, el de puertas para afuera, el de demostrar el mayor poderío de los dioses protectores y hacer ver a los súbditos de otros dioses las bondades de los nuestros. Y el segundo, el implícito, el de puertas para adentro, para conquistar sus tierras, propiedades y riquezas, y esclavizarles en nuestro beneficio (otro de los objetivos prioritarios del Hombre a lo largo de la historia: trabajar lo menos posible).

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