miércoles, 19 de mayo de 2010

Somos dinamismo holístico

Todo fluye, todo cambia, nada permanece.
No podemos bañarnos dos veces en el mismo río.

Heráclito
S. V a. d C.



Quizás sea ésta una de las entradas más importantes y difíciles de transmitir de este camino común que compartimos. Es necesario que cuando termines de leer este texto de hoy te detengas unos instantes a interiorizarlo y hacerlo tuyo.

Debo intentar que “sientas” (inexcusablemente), quizás incluso que “comprendas” racionalmente (aconsejable), lo que deseo transmitir.
Se trata de la visión dinámico-holística con la que pretendo dar sentido a esta disertación sobre el mundo, la vida y el hombre, y la necesaria comprensión de esta visión para la correcta y adecuada aprehensión de las respuestas.

Somos el fruto presente de todo nuestro pasado. Somos el resultado de la evolución de todas y cada una de las circunstancias que nos precedieron en el tiempo. Todas y cada una de ellas en su conjunto y unidas. Ninguna de ellos influyó en nosotros sin interrelacionar con las demás. Somos un río nuevo cada día aunque permanezca en nosotros la estabilidad de algunas estructuras.

Somos el resultado de la evolución de miles de millones de años de nuestra herencia genética, de los avances en los conocimientos científicos, de las ideas de los grandes pensadores, de la política y la ética, de la psicología, de las relaciones sociales, del lenguaje, de la religión, de la economía local y mundial... Somos el resultado de la evolución de nuestra propia vida, de nuestras emociones, de las circunstancias de nuestros seres cercanos; de nuestra propia mente, que cada día almacena nuevos datos, conocimientos, vivencias y deducciones, y echa al saco del olvido información que considera irrelevante.
Somos la evolución y desarrollo de nuestro propio cuerpo, donde cada día millones de células nacen y mueren. Los fluidos se destruyen y regeneran. Somos un ciclo de vida, muerte y vida. Único y maravilloso cuerpo armonioso que cada día necesita nueva energía para seguir viviendo.

Somos el resultado evolutivo y dinámico, porque no es posible detener el movimiento, del pasado holístico, en todas y cada una de sus facetas y unidas, que nos ha ido construyendo.

Somos una especie de río heraclitiano, en continuo movimiento hacia el mar. Cada momento diferente y sin embargo siempre el mismo río.

Creo que el hombre y el mundo mantienen un paralelismo que quizás es menos casual de lo que puede parecer a priori.
Un mundo en el que cada día mueren y nacen millones de personas/células.
Un mundo en continua evolución científica, cultural, de ideas, sociológica…
Un mundo que cada día necesita nueva energía para seguir caminando.
Un mundo que cada día almacena nueva información y echa al saco del olvido lo que considera irrelevante.
Un mundo construido, quizás, por el hombre a su imagen y semejanza, y que necesita evolucionar/seguir construyéndose de una manera diferente. Nosotros también, seguramente.
¿O acaso esta infelicidad generalizada del ser humano es el objetivo final que esperaba toda nuestra evolución previa? ¿Y este mundo desequilibrado y cruel donde millones de personas sobreviven un día sin saber si al siguiente podrán hacerlo?
¿No merecen todos los que nos han precedido, y han vivido y luchado por nosotros, que les honremos intentando dejar a los que evolucionarán de nosotros, un ser humano y un mundo mejores?

Las respuestas que os transmitiré ayudarán a que este objetivo sea posible. Pero para ello debemos separar, y hablar de manera individualizada, de todos estos aspectos de nuestra evolución que nos han construido tal como somos.

Debe tenerse presente en todo momento, que cada una de estas facetas que nos han llevado hasta nuestro presente, lo han hecho siempre en interrelación dinámica con las demás.

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