miércoles, 26 de mayo de 2010

Nosotros como ciudadanos

Los hombres transforman la historia, y a su vez, esta transformación los transforma a ellos.
Karl Marx S. XIX d.C.


En realidad lo que pretendo es terminar mostrando una imagen real y clara de nosotros mismos y de nuestro proceso de construcción.

Me interesa el presente y el futuro, pero para explicar el presente, y que éste nos ayude a clarificar nuestro futuro, es necesario acudir al pasado. Al menos a parte de él.

Para explicar nuestra existencia y situarnos fue necesario comenzar con el origen del Universo.
Para comprender nuestro cuerpo físico (una de las capas de nuestra existencia) nos remontamos al momento en el que los chimpancés bajaron del árbol y a cómo la evolución natural, la lucha por la supervivencia y la adaptación al medio nos fueron modificando.

Pero somos fruto de muchas más variables.
Comenzaremos por la Sociedad y por sus incansables y siempre criticadas moldeadoras: la Política y la Economía.

Creo que a los efectos que nos mueven podemos considerar irrelevante todo periodo anterior a las revoluciones estadounidense (1776) y francesa (1789)

El profesor Aranguren, refiriéndose al ser humano, en su conjunto e individualmente, y de una forma atemporal, dijo “El hombre debe percatarse de la tremenda seriedad de su existencia, y elegirse”. Creo que son palabras hermosas, profundas y conmovedoras que todos deberíamos tener siempre presentes.

El revolucionario del Siglo 18 se eligió y decidió que el transcurso de los tiempos no estaba siendo justo con él. El liberalismo económico y el totalitarismo político le esclavizada sin darle oportunidades de ningún tipo. Ni de progreso, ni de cultura, ni de sentirse partícipe de su existencia.
Los pensadores impulsores de las revoluciones comenzaron a hablar de los derechos que todos los seres humanos teníamos, quisiesen o no quisiesen sus políticos.
En la revolución estadounidense se justificaron estos derechos naturales del ser humano en la bondadosa naturaleza divina de Dios, que nos había concedido derechos naturales previos a cualquier organización política.
No era pues la política y sus valedores en aquellos momentos quienes tenían licencia para otorgar derechos a los ciudadanos, más bien al contrario, los políticos asentados en el poder por aquella máxima histórica que promovía a la toma de decisiones públicas a aquellos que habían tenido éxito económico, estaban limitando de manera vil y egoísta, nuestros legítimos derechos naturales divinos.

En la revolución francesa se habló menos de Dios y más de la libertad a la que todos los hombres teníamos derecho, y a la igualdad por la que a partir de entonces debían regularse las relaciones políticas en el país, dando lugar a una incipiente democracia realmente participativa y universal, que se ha instalado hoy por hoy en nuestros días como presente mundial y logro irrenunciable de la humanidad.

Los derechos se dividieron en dos: vertiente moral (derechos naturales inalienables) y política (condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos naturales e individuales).
Nace un nuevo modelo de Estado de Derecho, democrático, participativo y plural.

Se rompe la rueda que las autoridades anteriores nunca habían querido quebrar: nazco rico, tengo acceso a la cultura, recibo aprendizaje de mis predecesores, me ayudan a comenzar mi propio ascenso social y económico, me instalo en el poder, no permito que el pueblo tenga acceso a oportunidades, y tengo hijos a los que les doy acceso a la cultura, les transmito aprendizaje…

El artículo 2 de la preciosa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano enumera los derechos naturales e imprescriptibles del hombre, que son anteriores a los poderes establecidos y son considerados como aplicables en cualquier lugar y cualquier época:
La libertad
La propiedad
La seguridad
La resistencia a la opresión

El artículo 1 de la Declaración dice "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos".
Ellos se eligieron. Y ese fue el primer paso de nosotros mismos.
Deberíamos honrarles con nuestro agradecimiento y continuar construyendo sus sueños, que todavía, hoy por hoy, no se han hecho realidad.

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