miércoles, 25 de agosto de 2010

El orfismo y su influencia en nosotros


Dichoso y bendito tú, serás dios en vez de mortal.
Orfeo S. VI a.C. (otras teorías afirman que fue un personaje mitológico)


Estoy totalmente convencido de que ese gran debate ético universal se producirá, tarde o temprano.

Será una gran convención mundial en el que los hombres habremos de tomar decisiones importantes sobre nosotros mismos y nuestro futuro.

También lo estoy de que la causa del mismo será el desvelamiento, por parte de la genética y la neurobiología, de posibilidades de controlar la vida del ser humano como hasta ese momento nunca antes se habría siquiera imaginado.

Creo que en nuestros genes y en nuestro cerebro están todas las respuestas a nuestras limitaciones (enfermedades y envejecimiento).

Más adelante volveré a hablar de este debate y vaticinaré sus resultados en función de todo lo que estamos hablando en este blog, basándome fundamentalmente en las grandes ideas que dominan actualmente la humanidad y en el conocimiento de cómo hemos evolucionado hasta nuestro presente, que es el paso en el que nos encontramos.

En ese gran debate universal las posiciones mayoritarias serán las que expongan las religiones, que representarán la opinión de miles de millones de personas.

Y llegado el momento, para entender correctamente la razón por la que determinada religión opta por determinada postura moral, es necesario comprenderla, saber de sus orígenes, de su evolución, de sus influencias externas e internas.

Cuando los cristianos protestantes, por ejemplo, o los ortodoxos expongan sus argumentos y tomen una decisión ética que influirá en el futuro del ser humano, sería conveniente conocer qué hay detrás de esa decisión, qué evolución de siglos, o qué influencias en sus orígenes están influyendo en ella.

De ahí la entrada de Zoroastro, o ésta de los órficos.

No son entradas complejas ni de difícil comprensión. Son entradas sencillas con la que creo es información útil para conocer la realidad presente de nosotros mismos.

Un mejor conocimiento de esta realidad nos servirá para entender mejor las posturas morales de los asistentes a ese gran debate, y por supuesto para tener un mejor criterio a la hora de opinar sobre él. Nunca se sabe qué palabras influyen en qué personas y de qué manera.

Por otra parte, me encantaría que alguna de estas entradas despertase la curiosidad de algún lector que decidiese profundizar en el conocimiento de alguno de los temas tratados aquí.

Las dos personas de la historia de la humanidad más influyentes en las ideas que habrían de seguirles han sido, sin lugar a dudas, Platón y Aristóteles.

Platón, recibíó una influencia directa de Pitágoras, quien a su vez la recibió de los órficos.

El orfismo reivindicó la revelación frente a la razón y fomentó la idea de pecado y culpa.

Brevemente, el mito básico propuesto por el orfismo dice lo siguiente: Dionisios, de niño, es destrozado y devorado por los Titanes. Atenea sólo salvó su corazón, Zeus se lo traga y después engendra de nuevo a Dionisios. Zeus destruye a los Titanes con el rayo y de sus cenizas surge el género humano.

El dualismo antropológico y la propuesta moral que defiende se articula precisamente a partir del mito: el hombre consta de dos elementos, el elemento divino o alma, relacionado con Dionisios, y el elemento titánico o cuerpo relacionado con los Titanes. El primero es el principio del bien, divino e inmortal y que hay que cuidar; el segundo el principio del mal, mortal y que es preciso despreciar. Tras un ciclo de nacimientos y reencarnaciones, el alma vuelve a la divinidad. Su propuesta moral es la liberación en esta vida de la cárcel del cuerpo, de la carne y las pasiones. La palabra “carne” hace referencia al cuerpo humano en oposición al alma; esta palabra la encontraremos después con este mismo uso en San Pablo y la Iglesia Cristiana. Como en el cristianismo, la religión órfica propone sacrificios y plegarias para expiar las culpas de los vivos y de los muertos y así evitar los castigos en el Hades. La vida ascética y de purificación busca liberar lo divino en el hombre y consiste en técnicas que van desde algo inaudito en la vida del pueblo griego como es el vegetarianismo hasta diversas formas de disciplina espiritual. También como el cristianismo, defienden una cierta escatología (profetizan la llegada de un nuevo Dionisios destinado a restaurar la plenitud de los orígenes).

El orfismo influyó directamente en los neopitagóricos, Platón y en el cristianismo.

El movimiento órfico supone un enfrentamiento a las tradiciones religiosas de la ciudad griega y, en definitiva, una nueva concepción del ser humano y su destino. Bajo el nombre del mítico Orfeo, cantor y trágico viajero surgen una serie de textos que predican y atestiguan esa nueva religiosidad, una doctrina de salvación sobre el hombre, su alma, y su destino tras la muerte.

El orfismo se mueve exclusivamente en un plano religioso. Es una secta que cuestiona la religión oficial de las ciudades peninsulares helénicas. En particular, a dos niveles: uno de pensamiento teológico, otro de prácticas y comportamientos. Gente de libros y textos sagrados, y al mismo tiempo practicantes de sus ritos mistéricos y de un peculiar ascetismo (con preceptos estrictos como el no comer carne ni derramar sangre animal o vestir telas de lino), los órficos dejaron una larga huella en varios textos, pero también importantes ecos en muy diversos autores, especialmente en algunos filósofos.

El credo órfico propone una innovadora interpretación del ser humano, como compuesto de un cuerpo y un alma, un alma indestructible que sobrevive y recibe premios o castigos más allá de la muerte. Un precedente puede encontrarse en Homero, pero en él era el cuerpo el verdadero yo del hombre, mientras que para los órficos es el alma lo esencial, lo que el iniciado debe cuidar siempre y esforzarse en mantener pura para su salvación. El cuerpo es un mero vestido, un habitáculo temporal, una prisión o incluso una tumba para el alma, que en la muerte se desprende de esa envoltura terrenal y va al más allá a recibir sus premios o sus castigos, que pueden incluir algunas reencarnaciones o metempsicosis en otros cuerpos (y no sólo humanos), hasta lograr su purificación definitiva y reintegrarse en el ámbito divino.

El proceso de purificación puede ser largo y realizarse en varias transmigraciones del alma o metempsicosis. De ahí el precepto de no derramar sangre humana ni animal, ya que también en formas animales puede latir un alma humana (e incluso la de un pariente).

Curiosamente los órficos terminaron influyendo directamente en los pitagóricos, que a su vez lo hicieron en Platón, y ya conocemos cómo el filósofo lo hizo en el cristianismo. Sin embargo, sus ideas generales me recuerdan mucho al hinduismo o al budismo de los que ya hemos hablado.

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