sábado, 11 de diciembre de 2010

Segunda gran decepción del ser humano a lo largo de nuestra historia


Las creencias en un gobierno divino del Cosmos y del destino humano, son la causa principal de la incapacidad humana para vivir una vida serena
Epicuro. S. III a.C.


En la primera gran decepción la ciencia demostró que nuestro planeta no es el centro del Universo.
Pero la siguiente decepción humana iba a ser todavía mayor. Se trata del evolucionismo, y viene a demostrar, de nuevo científicamente (lo que viene a significar "sin ninguna duda"), que no fuimos creados, tal cual somos en la actualidad, a imagen y semejanza de un Dios antropomorfo.

Durante siglos se había especulado con esta posibilidad, pero únicamente de manera teórica y especulativa. Darwin fue el primero en resumir un conjunto coherente de observaciones que se consolidó como concepto de la evolución de la vida en una verdadera teoría científica (es decir, en un sistema de hipótesis). La lista de las propuestas de Darwin, extractada a partir de su maravilloso libro "El origen de las especies"  es:

1. Los actos sobrenaturales del Creador son incompatibles con los hechos empíricos de la naturaleza
2. Toda la vida evolucionó a partir de una o de pocas formas simples de organismos
3. Las especies evolucionan a partir de variedades pre-existentes por medio de la selección natural
4. El nacimiento de una especie es gradual y de larga duración
5. Los taxones superiores (géneros, familias, etc) evolucionan a través de los mismos mecanismos que los responsables del origen de las especies.
6. Cuanto mayor es la similitud entre los taxones, más estrechamente relacionados se hallan entre sí y más corto es el tiempo de su divergencia desde el último ancestro común.
7. La extinción es principalmente el resultado de la competencia interespecífica
8. El registro geológico es incompleto: la ausencia de formas de transición entre las especies y taxones de mayor rango se debe a las lagunas en el conocimiento actual.

Lo que viene a significar que todos los seres vivos sobre la faz de la tierra han evolucionado de seres anteriores, evolucionando desde ellos por la selección natural y la deriva genética: la selección natural favorece a los genes que mejoran la capacidad de supervivencia y reproducción del organismo. La deriva genética es el cambio aleatorio en la frecuencia de los alelos, provocado por muestreo aleatorio de los genes de una generación a la siguiente. El flujo genético es la transferencia de genes dentro de una población o entre poblaciones.

El ser humano ha evolucionado, no cabe la menor duda, de los simios que nos precedieron en la escala evolutiva, y hoy en día puede estudiarse en las universidades una asignatura fascinante denominada "hominización".
 
A pesar de las abrumadoras evidencias que avalan la teoría de la evolución, algunos grupos, principalmente en Estados Unidos, interpretan en la Biblia que un ser divino creó directamente a los seres humanos, y a cada una de las otras especies animales, como especies separadas y acabadas. Este punto de vista es comúnmente llamado creacionismo, y sigue siendo defendido por algunos grupos integristas religiosos, particularmente los protestantes estadounidenses; principalmente a través de una forma de creacionismo llamada Diseño inteligente. 
Este conflicto educativo también ha afectado a otros países; por ejemplo, en el año 2005 en Italia hubo un intento de suspensión de la enseñanza de la teoría de la evolución.

En respuesta a la aceptación científica de la teoría de la evolución, muchos religiosos y filósofos han tratado de unificar los puntos de vista científico y religioso, ya sea de manera formal o informal; a través de un "creacionismo pro-evolución". Así por ejemplo algunos religiosos han adoptado un enfoque creacionista desde la evolución teísta o el creacionismo evolutivo, y defienden que Dios provee una "chispa divina" que inicia el proceso de la evolución, y (o) donde Dios creó el curso de la evolución.

A partir de 1950 la Iglesia Católica Romana tomó una posición neutral con respecto a la evolución con la encíclica Humani generis del Papa Pío XII. "El Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente —pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios—. ". En 1996 Juan Pablo II afirmó que la teoría de la evolución es más que una hipótesis y recordó que El Magisterio de la Iglesia está interesado directamente en la cuestión de la evolución, porque influye en la concepción del hombre. El Papa Benedicto XVI ha afirmado que "existen muchas pruebas científicas en favor de la evolución, que se presenta como una realidad que debemos ver y que enriquece nuestro conocimiento de la vida y del ser como tal. Pero la doctrina de la evolución no responde a todos los interrogantes y sobre todo no responde al gran interrogante filosófico: ¿de dónde viene todo esto y cómo todo toma un camino que desemboca finalmente en el hombre?"


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