jueves, 14 de octubre de 2010

Un debate ético actual: eutanasia y suicidio médico asistido. Una pendiente resbaladiza.


Jamás nos hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos
Frued

¿Qué diferencias existen entra ambas acciones?
Cuando la acción la realiza la propia persona con ayuda médica se denomina “suicidio médico asistido (SMA)”. El médico puede estar presente o no, en el momento en que el paciente tome la decisión de poner fin a su vida.
Cuando es el médico quien causa directamente la muerte del paciente a petición de éste, se habla de eutanasia.
En los pocos lugares donde están legalizados, deben tener lugar ciertas consideraciones para que puedan llevarse a cabo.

- El paciente debe ser “capaz” de formular la petición de que otros le ayuden a poner fin a su vida, para lo que debe gozar de pleno conocimiento y de capacidad de decisión.
- Debe ser por tanto una petición voluntaria.
- La persona que lo solicite debe padecer una enfermedad incurable, con consecuencia de muerte, o que ocasione un sufrimiento permanente e insoportable en ella (por tanto únicamente el paciente puede hacer afirmaciones sobre su sufrimiento, nunca las personas cercanas) (el sufrimiento es más que dolor, es una emoción, un sentimiento que nace de la enfermedad y de las circunstancias de cada persona).
España mantiene la penalización de la eutanasia y del SMA, aunque el código penal introduce atenuantes para quien así actuara por motivos compasivos y a petición expresa del paciente.
Por tanto, si  tomo esta decisión, viendo el sufrimiento de mi esposa, no tendré atenuantes penales cuando sea juzgado.
Según los expertos bioéticos, los argumentos en contra son siempre de tipo “consecuencialista”: es decir, “suponen” que si fuésemos permisivos con la eutanasia, esto acarrearía consecuencias devastadoras para las personas enfermas en general y para la atención sanitaria en particular.
Este riesgo se conoce como “pendiente resbaladiza”. Y trata de proteger a los más vulnerable (ancianos, minorías sociales, pobres…). La eutanasia, afirman, sería una alternativa más barata a los cuidados paliativos y a la asistencia sociosanitaria en general, con lo que dichos colectivos se verían animados, "o empujados" a solicitar el SMA o la eutanasia.

Por supuesto son suposiciones que no se basan en datos empíricos. A mi entender se trata de prejuicios contra los que no quedan demasiados argumentos.

El problema es que estos prejuicios morales o religiosos pueden hacer mucho daño al desarrollo del ser humano en el futuro, llegado el momento del gran debate ético universal que vaticino ocurrirá.

Nadie sabe si los enfermos preferirían la eutanasia a los cuidados paliativos si tuviesen esa posibilidad, porque no existe esa opción.
Para el profesor de bioética Albert Royes, “La asistencia de un médico en el proceso de morir es sobre todo un acto de compasión, de empatía con el sufrimiento del paciente; no se trata solamente de la libre elección por parte de éste, es también algo que tiene que ver con el no abandono del paciente a su sufrimiento”.
La legislación sanitaria española ha adoptado diversas normas que potencian la autonomía del paciente en sanidad, normas que obligan a solicitar el “consentimiento informado” del paciente para todas las intervenciones o actuaciones necesarias que le afecten, el derecho a rechazar tratamientos médicos (limitación del esfuerzo terapéutico) y la posibilidad de otorgar un documento de voluntades anticipadas o de instrucciones previas.
Es contradictorio que un paciente pueda solicitar previamente una desconexión del aparato de ventilación mecánica que le mantiene en vida, y sin embargo no pueda solicitar la eutanasia o el SMA. ¿Qué diferencia hay?
Los bioéticos Pearlman y Starks han analizado los principales motivos que han conducido a diferentes pacientes a solicitar el SMA y los han clasificado en tres:
a. Experiencias relacionadas con la enfermedad: debilidad, agotamiento, pérdida de capacidad en general, efectos secundarios inaceptables de los tratamientos..
b. Amenazas “contra el sentido de uno mismo”: disminución o pérdida del autocontrol mental, o del control sobre la propia muerte.
c. Miedo ante el futuro: miedo ante la disminución de la calidad de vida futura, o ante la perspectiva de ser una carga emocional excesiva para quienes les aman.
En Holanda y Bélgica la eutanasia y el SMA están autorizados desde 2002 bajo determinadas circunstancias:
-No se exige que el cliente sufra una enfermedad terminal, aunque sí que la enfermedad ocasione al paciente un padecimiento insoportable y sin esperanza de mejora.
-El doctor no emite certificado de defunción, sino que llama al forense, que es el que dictamina si la práctica ha satisfecho todos los requisitos para considerarse no punible.
-El doctor debe decidir si el paciente es plenamente consciente de lo que hace.
-Deben transcurrir más de 30 días entre la petición y la realización.


Este debate ético es actual y no resuelto en la mayor parte del mundo. ¿Cómo actuamos ante este tipo de decisiones? Acobardándonos y dejando que las cosas sigan como están. No hay coraje político para enfrentarse a una realidad social demandada por grandes colectivos.

Sin lugar a dudas, todos los seres humanos deberíamos tener la posibilidad de decidir sobre nuestra propia muerte, y al hacerlo tener la seguridad de que las personas que nos ayuden no serán perseguidos por la ley.

Algunas religiones afirman que la muerte es un paso cuyo momento debe decidir Dios, y que por tanto el ser humano no debe intervenir.
Bajo esta premisa, podría afirmarse que los productos farmacéuticos, o la cirugía, están contraviniendo los deseos de Dios. Deberíamos resignarnos a enfermar y morir sin luchar por la vida. ¿O acaso Dios nos ha dado la inteligencia suficiente para luchar contra nuestras enfermedades?¿Y no nos la ha dado para dejar de resistirnos a una vida de sufrimiento?

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