domingo, 6 de febrero de 2011

Ética postmedieval


Los hombres, desde el momento de su nacimiento, y por naturaleza, luchan denodadamente por todo lo que ambicionan, y si pudieran, harían que todo el mundo les temiera y obedeciera- Hobbes S XVII d.C.

Continúo con la Historia de la Ética, que nos ha construido a todos tal como somos ahora, y que continuará construyendo el mundo cuando ya no estemos.
Quizás nuestro objetivo, si realmente estamos preocupados por la construcción moral de los que nos seguirán, debiera ser formar parte de esta Historia, completándola con nuevas ideas contemporáneas que puedan ayudarles a vivir libres, felices y en una convivencia equilibrada de ideas y esperanzas.

Lutero y Maquiavelo, S XVI d.C., señalan diversas maneras de ruptura con la sociedad jerárquica medieval (a mi juicio doce siglos de oscuridad, como doce horas de noche en nuestra historia). Ambos centran su discurso y sus ideas en el individuo, por primera vez en la historia, la comunidad, la sociedad no ciñe la vida moral de cada persona, no debe limitarla al menos.
Para Lutero los mandamientos son preceptos de Dios que debemos obedecer aunque no nos resulte satisfactorio por ir en contra de nuestra naturaleza corrupta y ávida de placer terrenal.

Existe un antagonismo entre lo que queremos y lo que Dios nos ordena. La razón y la voluntad humanas están esclavizadas por el pecado. Únicamente podemos actuar contra este antagonismo por medio de la gracia. No nos salvamos por nuestras obras. Que nuestras acciones sean bondadosas no implica nuestra entrada en el cielo. Entraremos en el cielo cuando nos entreguemos a la voluntad de Dios sin condiciones, reconociéndonos como pecadores, y Dios decida concedernos su gracia.

Lo importante de nuestras acciones es nuestra fe, no nuestras acciones en sí.

La única libertad que necesita el ser humano es la libertad para predicar el evangelio. Lo que importa es la transformación psicológica del creyente. Obedecer a Dios es lo justo.

Cuando uno muere se queda solo antes Dios. En ese momento no está la sociedad, ni la comunidad en la que vivimos.

Las normas morales, por tanto, recibidas directamente de la voluntad de Dios, están desprovistas de justificación racional y no debemos intentar encontrarla.

La única elección que debe realizar cada ser humano es si obedece a Dios o no.

Con Lutero el individuo es el centro de la moral, y se fomenta un individualismo precursor del liberalismo económico más exacerbado.
La reforma protestante, iniciada con sus ideas, daría lugar a la gran escisión del cristianismo, y a que en la actualidad haya más de 500 millones de personas que procesan el protestantismo (Luteranos, Anglicanos, Calvinistas, Metodistas, Bautistas, Evangélicos...)
 
Para Maquiavelo todo se resume en un único objetivo político, la obtención y conservación del poder, y todo se justifica si se consigue este fin. Según los historiadores no fue un mal hombre, aunque su apellido se haya convertido en un calificativo despectivo, y fue un demócrata convencido en aras de la prosperidad general y nunca de un tirano dictador.

Las acciones, y esto es lo novedoso de Maquiavelo, deben juzgarse únicamente por sus consecuencias.

El individuo no está constreñido por ningún orden social y por tanto, mucha gente, aunque no todo el mundo, puede practicar política e intentar el control del poder.

Hobbes – En pleno siglo XVII todos los elementos de la sociedad feudal están presentes: los siervos y demás hombres sin propiedad, la pequeña clase media, la nobleza, el rey.

Comienza a tener lugar nuevas teorías sobre como deberían interrelacionarse estos elementos. Se pone en entredicho la eclesiocracia disfrazada de teocracia.

Antes de la existencia de la sociedad no hay otra cosa que una lucha por la dominación, una guerra de todos contra todos. Hobbes afirma que todo hombre debe tener como principal objetivo la paz y su conservación, incluso abandonando los derechos sobre sí mismo, y a contentarse con la libertad que pueda tener manteniendo la libertad de los demás.

Los hombres por tanto deben ceder sus derechos personales a un gobierno que los proteja y los equilibre con los derechos de otras personas. Aunque el derecho a arrebatar a ese soberano nuestros derechos debe estar siempre presente.

Spinoza se contrapone a Hobbes. Para el filósofo, el más alto valor humano posible es el amor a la verdad. Nuestra mente no está preparada, por corrupta, para emitir juicios de valor y condenar o salvar conductas. Aún siendo un hombre religioso, no cree en intervenciones milagrosas, y afirma un orden único divino de la naturaleza, muy similar al panteísmo.

Por tanto, debemos descifrar nuestra propia naturaleza real para alcanzar el mensaje de Dios. ¿Cómo interrelacionan pasiones, razón, libertad y sociedad? La liberación del ser humano llega cuando comprende que su naturaleza es divina y no tiene opción de cambios en sí mismo. En ese momento se comprende, se descubre y se libera, provocando su propia felicidad.

No es posible enfurecerse con lo que no puede ser de otra manera, y no podemos desear que sean de otra manera (me recuerda algunas ideas budistas).

El desarrollo de los poderes humanos, que en realidad son divinos, se convierte en la meta de la vida moral y política. El hombre esclarecido, como afirma Spinoza, debe colaborar con los demás hombres en la búsqueda del conocimiento de sí mismos, cediendo al soberano el poder que les permita tener la libertad que necesitan para la búsqueda.

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