martes, 9 de noviembre de 2010

Ética cristiana tradicional- I


Señor, no busco comprenderte para creer, sino que creo para poderte comprender.
San Anselmo. S XI d.C.


Me refiero en esta entrada a lo que menciono en su título, a la ética cristiana tradicional, exclusivamente.
Más adelante hablaré del cristianismo actual, su historia y dogmas. Y quisiera ser capaz de expresar correctamente la intensidad humana del nuevo cristianismo emergente que creo merece especial mención.

Las diferentes sociedades cristianas ofrecen a lo largo de la historia una amplia gama de opiniones morales. Los estudiosos de la historia de la ética realizan un compendio de las mismas que les ofrece unidad:
- Dios es el padre que nos ordena que le obedezcamos porque él sabe lo que más nos conviene a cada uno de nosotros, y por tanto debemos obedecerle.
- La bondad moral es obedecer a Dios.
- Debo aceptar el dogmatismo que se me ofrece, y que es incorregible.
- La conexión entre la virtud y la felicidad se encuentra tras la muerte. Lo que sin lugar a dudas ha proporcionado mucho consuelo, así como infinito conformismo a lo largo de la historia de los cristianos.
- Ningún ser humano tiene más derechos que los demás.
- La ética cristiana está fundamentada en el corto plazo. Espera la llegada del reino mesiánico y por tanto, la vida es únicamente un paso intermedio, un escalón, sólo espera.
- En ningún momento el cristianismo tradicional piensa en una sociedad persistente y por tanto en la necesidad de una ética eterna.
- El cristianimos es un correctivo a la moral farisea. Por eso amar al prójimo como a ti mismo.
(Los fariseos se presentan como símbolo de severidad o celo por la ley; mientras en realidad eran liberales legalistas, de “interpretaciones fáciles”, que “cuelan el mosquito pero dejan pasar el camello” (Mateo 23:24); el camello es el rico Mateo 19:24).

Los fariseos cambiaban los preceptos de Dios por sus tradiciones (Marcos 7:9-13); declaraban santos sus bienes para no darlos solidariamente, inventaban sistemas para burlar los Jubileos (en los que había que devolver la tierra a quienes la habían perdido) y los años sabáticos (en los que se debían perdonar las deudas) y evadir todos los compromisos con los más necesitados. Así, permitían declarar cosa sagrada aquello con que se debía auxiliar a los ancianos, para evitar donárselo (Mateo 13:3-6)). 
- Obedecer los mandamientos divinos es el camino para llegar a Dios.

Parábola de Jesús:

"A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano". Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, sé propicio a mí,pecador". Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido»."

En definitiva la moral cristiana tradicional fundamenta sus principios en los mandamientos de Moisés, en las enseñanzas/bienaventuranzas de Jesús (ambos en próxima entrada en este blog), en la dogmática de sabios cristianos posteriores: San Anselmo, San Agustín, Santo Tomás, y en la infalibilidad papal...(en la teología católica la infalibilidad pontificia constituye un dogma, según el cual, el Papa está preservado de cometer un error cuando él promulga o declara, a la Iglesia, una enseñanza dogmática en temas de fe y moral bajo el rango de solemne definición pontificia o declaración ex cathedra; como toda verdad de fe, no se presta a discusión de ninguna índole dentro de la Iglesia Católica).

No hay comentarios:

Publicar un comentario