jueves, 24 de febrero de 2011

Influencias de sabios pretéritos en nuestro pensamiento presente. La estrechez de los márgenes de nuestras ideas.


Descubrir que un libro firmado por el primer nombre de la neuropatología alemana no tenía la más mínima relación con la realidad, me ayudó a liberarme de un resto de mi ingenua fe en las autoridades.
Freud S. XIX d.C.

Creo que estamos demasiado influenciados por los "sabios" que nos precedieron y a los que rendimos una excesiva pleitesía cultural, religiosa o moral.

Despues de todo cada uno de ellos vivió una época que le influenció y en la que desgranó sus ideas, teorías, reflexiones, pensamientos o certezas, a su juicio. Épocas ciertamente lejanas en algunso casos que todavía hoy en día permitimos que nos configuren.

Las religiones están influenciadas por sus fundadores, a quienes veneran con pasión crédula y con la incuestionable certeza en la verdad de sus afirmaciones.

Quizás las éticas, algo menos apasionadas y fieles, mantengan cierta lejanía con predecesores, sin embargo no hay autor que no mencione en sus escritos a los clásicos y a los estudiosos previos que han moldeado su posición presente.

Afirmo, que estamos demasiado influenciados por los pensadores que nos precedieron y que ellos dominan la estrechez de nuestro pensamiento actual, ceñido a unos baremos máximo y mínimo que no nos atrevemos a romper.

Sin embargo, quizás los sabios que han dado forma a nuestro pensamiento moderno no eran tan sabios y lúcidos.

Alguien dijo que el filósofo debe ser capaz de comprender su tiempo y criticarlo.
Algunos no fueron capaces de hacerlo. Y para muestra un botón. El estagirita explicando y justificando la exclavitud.


Aristóteles- La Política.

La propiedad es un elemento de la naturaleza, siendo dentro de ésta, el esclavo, la propiedad viva. Pero el esclavo no es sólo un esclavo, sino que depende de su señor absolutamente, convirtiéndose en propiedad como instrumento de uso, pero absolutamente individual, al ser un hombre de otro hombre.

Algunos esclavos lo son por naturaleza, ya que hay seres que desde el momento en que nacen están destinados a obedecer y otros lo están para mandar, porque ambos elementos, la obediencia y la autoridad, se encuentran en todo conjunto que aspire a un resultado común, con razón se puede sostener que hay esclavos y hombres libres que lo son por obra de la naturaleza.

Si bien hay esclavos que lo son por naturaleza, los vencidos en la guerra también se los reconoce como propiedad del vencedor, ya que la victoria supone siempre una superioridad en ciertos temas y la virtud tiene derecho, como medio de acción, a utilizar hasta la violencia.

El saber emplear a los esclavos constituye una ciencia, no por poseerlos, sino porque se sirve de ellos, esta consiste en saber mandar lo que los esclavos deben hacer, para poder ellos dedicarse a la vida política o a la filosofía. También se les podrían enseñar ciertas artes como preparar las viandas, ya que algunos servicios son más necesarios que otros.



domingo, 6 de febrero de 2011

Ética postmedieval


Los hombres, desde el momento de su nacimiento, y por naturaleza, luchan denodadamente por todo lo que ambicionan, y si pudieran, harían que todo el mundo les temiera y obedeciera- Hobbes S XVII d.C.

Continúo con la Historia de la Ética, que nos ha construido a todos tal como somos ahora, y que continuará construyendo el mundo cuando ya no estemos.
Quizás nuestro objetivo, si realmente estamos preocupados por la construcción moral de los que nos seguirán, debiera ser formar parte de esta Historia, completándola con nuevas ideas contemporáneas que puedan ayudarles a vivir libres, felices y en una convivencia equilibrada de ideas y esperanzas.

Lutero y Maquiavelo, S XVI d.C., señalan diversas maneras de ruptura con la sociedad jerárquica medieval (a mi juicio doce siglos de oscuridad, como doce horas de noche en nuestra historia). Ambos centran su discurso y sus ideas en el individuo, por primera vez en la historia, la comunidad, la sociedad no ciñe la vida moral de cada persona, no debe limitarla al menos.
Para Lutero los mandamientos son preceptos de Dios que debemos obedecer aunque no nos resulte satisfactorio por ir en contra de nuestra naturaleza corrupta y ávida de placer terrenal.

Existe un antagonismo entre lo que queremos y lo que Dios nos ordena. La razón y la voluntad humanas están esclavizadas por el pecado. Únicamente podemos actuar contra este antagonismo por medio de la gracia. No nos salvamos por nuestras obras. Que nuestras acciones sean bondadosas no implica nuestra entrada en el cielo. Entraremos en el cielo cuando nos entreguemos a la voluntad de Dios sin condiciones, reconociéndonos como pecadores, y Dios decida concedernos su gracia.

Lo importante de nuestras acciones es nuestra fe, no nuestras acciones en sí.

La única libertad que necesita el ser humano es la libertad para predicar el evangelio. Lo que importa es la transformación psicológica del creyente. Obedecer a Dios es lo justo.

Cuando uno muere se queda solo antes Dios. En ese momento no está la sociedad, ni la comunidad en la que vivimos.

Las normas morales, por tanto, recibidas directamente de la voluntad de Dios, están desprovistas de justificación racional y no debemos intentar encontrarla.

La única elección que debe realizar cada ser humano es si obedece a Dios o no.

Con Lutero el individuo es el centro de la moral, y se fomenta un individualismo precursor del liberalismo económico más exacerbado.
La reforma protestante, iniciada con sus ideas, daría lugar a la gran escisión del cristianismo, y a que en la actualidad haya más de 500 millones de personas que procesan el protestantismo (Luteranos, Anglicanos, Calvinistas, Metodistas, Bautistas, Evangélicos...)
 
Para Maquiavelo todo se resume en un único objetivo político, la obtención y conservación del poder, y todo se justifica si se consigue este fin. Según los historiadores no fue un mal hombre, aunque su apellido se haya convertido en un calificativo despectivo, y fue un demócrata convencido en aras de la prosperidad general y nunca de un tirano dictador.

Las acciones, y esto es lo novedoso de Maquiavelo, deben juzgarse únicamente por sus consecuencias.

El individuo no está constreñido por ningún orden social y por tanto, mucha gente, aunque no todo el mundo, puede practicar política e intentar el control del poder.

Hobbes – En pleno siglo XVII todos los elementos de la sociedad feudal están presentes: los siervos y demás hombres sin propiedad, la pequeña clase media, la nobleza, el rey.

Comienza a tener lugar nuevas teorías sobre como deberían interrelacionarse estos elementos. Se pone en entredicho la eclesiocracia disfrazada de teocracia.

Antes de la existencia de la sociedad no hay otra cosa que una lucha por la dominación, una guerra de todos contra todos. Hobbes afirma que todo hombre debe tener como principal objetivo la paz y su conservación, incluso abandonando los derechos sobre sí mismo, y a contentarse con la libertad que pueda tener manteniendo la libertad de los demás.

Los hombres por tanto deben ceder sus derechos personales a un gobierno que los proteja y los equilibre con los derechos de otras personas. Aunque el derecho a arrebatar a ese soberano nuestros derechos debe estar siempre presente.

Spinoza se contrapone a Hobbes. Para el filósofo, el más alto valor humano posible es el amor a la verdad. Nuestra mente no está preparada, por corrupta, para emitir juicios de valor y condenar o salvar conductas. Aún siendo un hombre religioso, no cree en intervenciones milagrosas, y afirma un orden único divino de la naturaleza, muy similar al panteísmo.

Por tanto, debemos descifrar nuestra propia naturaleza real para alcanzar el mensaje de Dios. ¿Cómo interrelacionan pasiones, razón, libertad y sociedad? La liberación del ser humano llega cuando comprende que su naturaleza es divina y no tiene opción de cambios en sí mismo. En ese momento se comprende, se descubre y se libera, provocando su propia felicidad.

No es posible enfurecerse con lo que no puede ser de otra manera, y no podemos desear que sean de otra manera (me recuerda algunas ideas budistas).

El desarrollo de los poderes humanos, que en realidad son divinos, se convierte en la meta de la vida moral y política. El hombre esclarecido, como afirma Spinoza, debe colaborar con los demás hombres en la búsqueda del conocimiento de sí mismos, cediendo al soberano el poder que les permita tener la libertad que necesitan para la búsqueda.